Cuidando el entorno juntos

La arquitectura como medio para cuidarnos

El cuidado personal se ha convertido en una de las principales tendencias de nuestro tiempo. Nuestro ritmo de vida acelerado y el constante aumento de la esperanza de vida han llevado a las personas a invertir en sí mismos y en una larga vida saludable. La búsqueda del bienestar y la medicina preventiva tienen más peso económico que la industria farmacéutica o la medicina tradicional. Diversos analistas internacionales coinciden en que, tras la revolución de la información, el cuidado personal y de la salud pasará a ser el vehículo para el desarrollo humano del futuro. Y en la búsqueda de soluciones que puedan sernos de ayuda en esta dirección, estamos volviendo nuestra mirada hacia la naturaleza, a la que quizás habíamos dejado de lado en nuestro vertiginoso desarrollo. También, o mejor dicho, especialmente en la arquitectura.

¿Por qué hago referencia a la arquitectura en particular? Porque parece que, a lo largo de los siglos de desarrollo del pensamiento arquitectónico, los arquitectos hemos olvidado la importancia de aplicar los principios naturales a nuestro entorno construido. De hecho, parece que desde los albores clásicos de la civilización occidental, hemos negado intencionadamente la posibilidad de incorporar lo natural al proceso de diseño. Si nos centramos en los comienzos de la arquitectura clásica, que ha sido la base de muchos siglos de desarrollo, podemos ver que la arquitectura siempre ha pretendido elevarse por encima de la naturaleza.

La naturaleza era sinónimo de algo imperfecto, y la arquitectura aspiraba a ser perfecta. Por ejemplo, la naturaleza nunca será capaz de crear la simetría perfecta. Solo algo divino es capaz de crear algo similar. Algo que está por encima de la naturaleza. Y la mejor arquitectura de la historia, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, ha sido siempre una expresión de la superioridad sobre la naturaleza. Durante más de dos mil años, la arquitectura del mundo occidental ha desarrollado con fuerza su expresión simbólica y ha ignorado completamente su conexión con la naturaleza.

.
Exterior del Hotel Sotelia, Podčetrtek, Eslovenia, 2006, ENOTA Arquitectos. Foto © Miran Kambič

¿Y por qué motivo? A pesar de todo, existe un amplio consenso sobre el hecho de que los humanos somos el resultado de nuestra composición genética y de nuestro entorno. Al menos eso es lo que nos han enseñado en la escuela. Somos el resultado de la naturaleza y la sociedad, la biología y la cultura, los cromosomas y la experiencia, lo innato y lo aprendido, la genética y la semántica. A la hora de crear nuestros proyectos, los arquitectos hemos preferido basarnos principalmente en el aspecto semántico, aprendido a través de años de estudio. Y hemos olvidado la parte natural, a pesar de que somos capaces de entenderla sin esfuerzo alguno. La comprensión del mundo natural es algo que está muy arraigado en nosotros. Comprendemos los sistemas naturales casi desde el momento en que nacemos.

En consecuencia, la comprensión de la arquitectura moderna se ha visto restringida cada vez más al mundo exclusivo de los arquitectos. En muchas ocasiones, la arquitectura se ha alejado completamente de sus usuarios, lo que constituye una enorme paradoja porque, en la mayoría de los casos, diseñamos para personas que a menudo no son capaces de identificarse con la arquitectura.

Esta es una de las muchas razones por las que nuestro está investigando los sistemas naturales, esa parte olvidada de la arquitectura inspirada en la naturaleza, para poder incluirla en nuestro trabajo. Es probable que esto se haya producido porque al principio de nuestra trayectoria recibimos varios proyectos de hoteles y especialmente de balnearios termales. Estos centros de bienestar y medicina preventiva nos permitieron percibir la importancia de la conexión existente entre las personas y la naturaleza. Es evidente que esto no se obtiene únicamente a través de pruebas, tratamientos y nutrición, es necesario que esta conexión se produzca también con el entorno que nos rodea.

.

Exterior del balneario Termalija Family, Podčetrtek, Eslovenia, 2018, ENOTA Architects. Foto © Miran Kambič

Me gustaría recalcar que no estoy sugiriendo en absoluto que nos olvidemos de la evolución de la arquitectura y volvamos a nuestros inicios, viviendo en casas de barro o cuevas, para establecer una mayor conexión con la naturaleza. Todo lo contrario. A pesar de todo, la evolución también ha traído muchas cosas positivas. Y al igual que los logros de la medicina moderna pueden ser de ayuda, la arquitectura moderna también puede ser un medio para cuidarnos, pero debe ser capaz de combinar estos dos mundos: lo innato y lo aprendido.

 

Por eso los sistemas naturales nos llaman la atencion. La naturaleza está llena de sistemas que pueden utilizarse para diseñar la arquitectura. A través de la observación y el estudio de estos sistemas naturales, hemos percibido que lo que puede parecer muy complejo en la naturaleza se basa a menudo en algoritmos muy sencillos. Pero cuando hablamos de utilizar sistemas naturales, no estamos hablando de copiar la naturaleza. No estamos hablando sólo de células, seres vivos, rocas o fenómenos naturales. Estos sistemas naturales autoorganizados están a nuestro alrededor. Los encontramos en las multitudes, en el movimiento, en los patrones sociales y organizativos. Los encontramos tanto en las viviendas antiguas como en las modernas. Lo que tienen en común es que son muy adaptables y están preparados para absorber las irregularidades.

Y en la actualidad –paradójicamente sólo gracias al uso generalizado de las tecnologías modernas– podemos por fin controlar estos sistemas aparentemente caóticos. Podemos incorporarlos a nuestros proyectos, lo que ofrece numerosas posibilidades. Combinados con los conocimientos convencionales acumulados durante siglos, pueden surgir soluciones que nos sorprendan a todos. Podemos aprender a apreciar los errores, al igual que la naturaleza. Incluso se podría decir que todo lo que es bello en la naturaleza es consecuencia de un error.

Imagen principal: Exterior del balneario Plesnik, Valle Logarska, Eslovenia, 2017, ENOTA Arquitectos. Foto © Miran Kambič